miércoles, 11 de noviembre de 2015

Te extrañaba, te extraño y te extrañaré. Siempre lo hice cuando estábamos juntos, cuando te ibas y no sabía cuándo volverías, cuando me decían que estabas con alguien más pero yo no lo creía, cuando estaba horas pensando en que decirte cuando te observara nuevamente. Realmente no tenía idea como mirarte, eras tan cambiante que me cuestionaba si llegarías con alguien más, si me gritarías o me besarías, o si simplemente me ignorarías... pero ¿sabes? jamás pasó por mi cabeza que no volverías, de una u otra forma siempre estarías acá, porque era tu hogar, porque era mi hogar, porque era nuestro hogar. Sin embargo, esa vez no fue así, no volviste... y supongo que debí haber llorado por eso, pero no, las lagrimas no salieron, mis pensamientos no reaccionaron y eso hasta el día de hoy me frustra, ya que a pesar de haber llorado por ti los 670 días que continuaron, ese día no lo hice, ese día no sentí absolutamente nada y tal vez esa sea la palabra para describir todo mi ahora: "NADA".
El tiempo me hizo entender esa nada que quedó en mí, ese pedazo que te llevaste y que aún sigue intacto... que si lo toco probablemente contagie a mi alma y a mi mente, y eso no sería justo, porque ellos no tienen la culpa de haber perdido ese trozo del rompecabezas. ¿Tú crees que se vuelva a rellenar con otra pieza? ¿Crees poder aguantarlo? ¿Creo poder aguantarlo? supongo que sí; en algún momento volveré a ser yo y espero de corazón que vuelvas a ser tú, aunque ya no te vea, aunque ya no te sienta ni aunque ya no te tenga.